Y llegó mi primera Vuelta al Besaya
como junior. Eran cuatro etapas en cuatro días seguidos, de jueves a domingo.
Aparte del nivel de los corredores y equipos que venían a correr, que iban a
poner un ritmo demoledor, el recorrido era muy exigente.
La primera etapa, que
es a la que nos dirigíamos salía de Los Corrales de Buelna, donde se encuentra
la sede del club organizador (Bathco), dábamos una vuelta por San Felices de
Buelna, Barros para volver a la salida donde encontraríamos una meta volante.
Luego iríamos a Hijas (premio de la montaña) y después a hacia la Vega de Pas,
para subir La Braguía y bajar a Villacarriedo, para llegar a Cabárceno, donde
la etapa acabaría después de las duras rampas que allí nos esperaban.
Hubo presentación de equipos, y uno
a uno nos fueron nombrando a todos los corredores, para formar la parrilla de
salida.
Salimos neutralizados un poco y en
cuanto dieron la salida oficial empezó el ritmo que iba a acompañar toda la
etapa. Dimos la primera vuelta. Yo iba resguardado en el grupo, intentado no
caerme y no quedarme. Llegamos a Hijas y empezaron los arreones para el
llevarse los puntos de la montaña. Yo iba aguantando bien, pero no quería bajar
el ritmo porque si frenaba un poco me quedaba en el sitio. Y fue pensarlo y trabarnos
varios corredores con la moto. Me solté del grupo, pero al poco de llegar
abajo, volvimos a enganchar. Y otra vez me volví a resguardar en el grupo para
llegar a la Braguía lo más fresco posible. Me encontraba bien, no iba sufriendo
mucho, por lo menos hasta que nos acercábamos a la Vega de Pas, porque ahí ya
me empezaron a doler las piernas. En el puerto ya fue un “sálvese quien pueda”,
y cada uno subía a su ritmo. No conocía la subida y sufrí un poco al principio
pero hasta que cogí pedalada.
Después hice el descenso con otros dos
corredores. Nos adelantó un coche de un equipo y estuvimos un rato detrás de
él, hasta que pegó un acelerón y se fue al grupo de delante (estábamos a punto
de cogerlo), y se los llevó. Entonces perdimos de vista al grupo. Nos juntamos
varios y empezamos a colaborar para llegar a meta, que no quedaba nada. Y a
falta de 5 km, en Sarón, nos retiraron de carrera. No podían, porque en el
reglamento de la prueba ponía que el tiempo de fuera de control eran 25 minutos
y nosotros no llevábamos tanto. Llegamos a Cabárceno, y allí fue donde peor lo
pasé de toda la etapa. Las ramponas que teníamos que subir parecían muros. Y
medio muerto, llegué a meta con un grupo, pero no nos clasificaron.
Y después de quejarse mi director y
luchar por que pudiera salir al día siguiente, me dijeron que si. Así que me
marché a casa pensando que sí. Más tarde llamaron que el director de arbitraje
se opuso a que saliéramos.
Y por la mañana volvieron a llamar,
después de haber asumido que no iba a salir, para decirme que después de poner
un queja a la organización habían repescado a todos los que llegaron con menos
de 25 min.
La segunda etapa era muy ratonera
al principio, por una carretera muy estrecha y muy rompe piernas a la que
dábamos dos vueltas, para ir al Alto de San Martin (premio de la montaña),
después Hijas (premio de la montaña, también) y luego el mismo circuito en Los
Corrales que la primera etapa para acabar en Bostronizo (efectivamente, premio
de la montaña también). Era muy importante salir por delante, porque iba a
haber una escabechina en el primer circuito. Y aunque lo intenté, entre 200
corredores no pude pasar a todos. Y me quedé cortado en la primera subida.
Después por mucho que me esforzaba, el pelotón solo me metía más tiempo. Me
metí en varios grupos, hasta que finalmente me quitaron en Hijas. Y así se
termino mi experiencia en la Vuelta al Besaya 2018, llegué en una grupeta con
otros corredores para ver llegar a mis compañeros.
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