Llegó la época de los Regionales,
tres semanas seguidas con los tres campeonatos (Crono, ruta y btt). El primero
era el de contrarreloj en Los Corrales de Buelna y allí nos dirigíamos.
Estaba muy ilusionado aunque
llevaba poco entrenamiento porque el tiempo me lo llevaban los estudios. Me
habían dejado una rueda lenticular y una rueda delantera para correr, el
recorrido (Ir desde Corrales hasta Arenas de Iguña y vuelta por la misma
carretera) me gustaba y me encontraba bien.
Para mí, la crono es una de las
disciplinas más duras porque eres tu solo contra ti mismo, sin nada que te
ayude. Además la aerodinámica es súper importante y a mí me cuesta doblarme
bastante para coger la postura ideal.
Yo no me suelo poner nervioso antes
de correr, a menos que sea una crono. Estoy bastante nervioso, no me puedo
parar quieto. Y ese día no era una excepción.
Me preparé todo y me puse a
calentar controlando el tiempo para no llegar tarde a mi hora de salida. Y
preparado y mentalizado me dirigí a la salida, donde tenía que verificar el
desarrollo antes de subir a la rampa de salida.
El árbitro hizo la cuenta atrás y salí con
todas mis fuerzas. Y en cuanto mi rueda de delante tocó la carretera, se me
salió la cadena.
Intenté meterla montado, pero no
entraba. Intenté meterla desmontado y no entraba, tuvo que venir mi coche de
apoyo para poder meterla y salir, mientras perdía un tiempo precioso. Para
cuando quise salir del pueblo ya había perdido mucho tiempo, ritmo y tenía al
corredor que salía después de mi, Alberto García (Disgarsa) pegado a mí. Me
pasó y me quedé atrás. Luego ya conseguí coger ritmo, empezar a rodar en
condiciones y mantener la distancia con él pese a que él iba con “cabra”. Se me fue en la última
subida, pagué el esfuerzo de intentar recuperar el tiempo perdido.
Al final
llegué a meta con no un mal tiempo, aunque convencido de que podría haber
bajado mucho mi tiempo. Me queda una espina clavada para el año que viene.