-Sábado-
Y después de
haber acabado la primera etapa de la Txuma, tocaba la segunda, la cual
corríamos el sábado por la mañana. Estaba cansado del día anterior, y de que la
cama no era muy buena, pero aun así seguía pensando en acabar otra vez.
La noche se me
hizo larga, porque hacía muchísimo calor, y encima con la ventana abierta de
par en par, y veíamos y sobre todo oíamos como pasaban los aviones que llegaban
al aeropuerto de Bilbao. Encima se puso a llover y la temperatura de la
habitación no bajaba.
Nos levantamos
prontito, fuimos a desayunar y después otra vez a las habitaciones para
prepararnos para la carrera. Y luego nos dirigimos a Berango, donde se
celebraría la segunda etapa de la Txuma’16. Yo llevé el chubasquero, porque
después de la que había caído por la noche y que no había parado casi hasta que
nos marchamos del albergue, tenía pinta de que iba a llover o aunque sea, que
nos íbamos a mojar, pero salió el sol y prácticamente se secó todo, aunque,
gracias a dios, no hacía mucho calor.
Llegamos y
aparcamos al lado de unos soportales, donde instalamos el campamento después.
Lo pusimos todo dispuesto para hacer rodillo en cuanto llegáramos y con la
misma, nos marchamos al control de firmas, para ser los primeros en llegar y
así poder hacer rodillo antes e ir a la salida a coger sitio.
Fuimos al
control de firmas y efectivamente, fuimos los primeros. Nos regalaron un
botellín de BORN, nos hicimos una foto y nos marchamos de vuelta al
chiringuito. Nos montamos al rodillo y
para la salida.
En esta etapa
volvían a salir todos los inscritos aunque los retirados ya no entraban en la
clasificación general. Después de que estuvieran un rato con los bailes
típicos, por fin dio la salida. Iba en mitad del pelotón y vi alguna caída
antes de que se quitara la neutralizada. Y era incapaz de pasar hacia delante.
El pelotón se había roto y se quedaba mucha gente. Y lo peor de todo, es que
había caídas por todas partes, algunas en sitios donde pensabas que es
imposible caerse. Y entre eso y que volaban los botellines de todos los badenes
que había. Iba con Julio que, como yo, se había descolgado. Íbamos a relevos, e
íbamos gritando para que la gente que venía detrás tuviera cuidado, y era algo
así: “Badén, Botellín, Badén, Caída”. Íbamos de grupo en grupo, y de vez en
cuand0 enganchábamos con el pelotón, y al cabo de poco nos volvíamos a quedar.
Llegamos a un puerto, y a subirle a una media de 30 km/h. Íbamos todos en fila,
en un grupo que poco a poco se fue haciendo más y más grande porque iba
cogiendo a corredores que se descolgaban del grupo principal.


Cuando
llegamos al alto y comenzamos el descenso, pero no se había secado y seguía
mojado, así que con mucho cuidado entrando en las curvas, porque además tampoco lo conocía. Íbamos a
relevos, para entrar lo más cerca del pelotón que pudiéramos. Había muchísimos grupos, cosa a la que no
estoy acostumbrado, porque si te quedas en una carrera en Cantabria,
prácticamente vas solo. Había gente nueva constantemente, que iba y que venía.
Llegamos a una de las últimas subidas antes de llegar a un circuitillo de seis
kilómetros que habían montado al final de la etapa antes de entrar a meta, y
teníamos que darle dos vueltas. Bajamos, pasamos por encima de la autovía, y
nos metimos en el circuito. Yo seguía con mi grupo, aguantando como podía y
cuando llegamos a meta después de la primera vuelta, empezaron a esprintar y yo
entré que no me lo daba y que estaba seguro de que quedaba otra vuelta, me
quedé al final del grupo, y cuando entraron a toda leche y pararon, yo seguí a
mi ritmo, ya que quedaba un cacho todavía. Seguí con el grupo y esta vez yo si
entré al sprint. Conseguí acabar también en la segunda etapa y ya con los
pensamientos puestos en… quedaría bien decir que en la tercera etapa, pero
tenía mucha hambre y quería ir a comer.


Llegamos al
albergue, nos duchamos, comimos y luego a descansar y preparar las bicis para
el día siguiente. En esta etapa llegué el 100º a 4:52 y me colocaba en la
general el 86º a 6:52, el 38º de primer año, cansado pero contento.