Bueno, que voy
a decir, esta temporada está siendo la mejor desde que empecé a correr. Estoy
más motivado que antes y quiero dejar huella esta última temporada de escuelas.
El problema, es que este año también ha
sido un año de nuevas experiencias. Me explico, por primera vez, he pinchado en
una carrera (bueno, en tres carreras) o me he caído en una carrera de
carretera.
Pero dejando
esto aparte, empiezo:
La carrera de Cabuérniga
siempre me ha gustado, porque es divertido, técnico y no es tan duro. Tiene de
todo, y para colmo, le ponen una rampa para saltar.
Como era sábado
por la tarde, está relativamente lejos y es en un parque bonito para comer,
pues fuimos por la mañana y con la comida, para pasar el día allí. Vi el
circuito, que era prácticamente como el año pasado. Me dijeron que tenía que
dar 8 vueltas.
Tenía un poco
de miedo, ya que pese a haber estado entrenando bien para la carrera, el jueves
y el viernes había estado vomitando y no había hecho nada, y por eso tenía
miedo a haber perdido la forma que he estado cogiendo hasta ahora, ya que eso
es muy delicado.
Comimos,
pasamos el día hasta que tocó ir a cambiarse para la carrera. Me hacían todos
la ya típica broma del pinchazo, y yo me reía porque pensaba que ya había
superado el cupo de pinchazos. Llegó Andrés, del CC Colindres, al que convencí
para que viniera a probar el MTB, y con suerte, se enganchara (porque es más
adictivo que la droga). Luego llegaron los de Ramales y dimos más vueltas. Vi
las carreras, y me fui a calentar alrededor de la iglesia de Terán y luego a
una pista de al lado del circuito.
Me coloqué en
la salida en segunda fila, por ranking. Tardaron en llamarnos y luego en dar la
salida. Estábamos todos muy, pero que muy nerviosos.
El árbitro
pitó. Salí a todo lo que me daba y pasé a la gente muy rápido, a veces
peligrando de irme al suelo. Pero era demasiado importante esta salida como
para dejar pasar la oportunidad. Me puse cuarto, en un grupo con Gonzalo
Inguanzo que ya lideraba la carrera desde el principio. Detrás a rueda dos
leoneses y yo. Habíamos soltado a los demás. Iba animado porque así podría recuperar
el tercer puesto del Open Cántabro y rascar puntos para el segundo. Gracias a
la salida esa les costaría más adelantarme y a mi más fácil defenderme. Es como
el cuento de la lechera, lo único que a mí no se me cayó la leche. Peor. Yo lo
hago a mi manera, PINCHANDO.
Pues sí. Oí
aire, saliendo a presión y sentí que el líquido de mi rueda me mojaba la
pierna. Me aparté rápido, para no molestar y uno a uno me pasaron todos,
mientras yo giraba y daba golpes a la rueda de delante para que el liquido
tapara el agujero. No se oía nada de aire, así que me monté y seguí pero me
tuve que volver a bajar porque salía otra vez. Repetí la operación y de
mientras me pasaron las chicas que salían después de los chicos.
Cuando acabé
me monté y seguí, esta vez de verdad. Pero me quedaba demasiado poco aire y me
iba en todas las curvas, bajadas y subidas. Remonté y cogí a varios. En la
última bajada me fui de completo y me metí en un bardal. Llegué a la meta y me
cambiaron la rueda. He aprendido a no perder los nervios, a mantenerme sereno
en carrera. Pensé en que ya no tenía nada que hacer. Mi carrera ahora era hacer
una gran remontada y sobre todo, pasármelo en grande. En cuanto acabaron, cogí
la bici, di dos zancadas, pegué un salto y me subí a la bici. Cogí poco a poco
a la gente. Me dobló Gonzalo Inguanzo, le cogí la rueda y después me dejó. Me
dio el flato pero no paré. Cogí a Aingeru y fuimos juntos hasta que le solté y
entramos en meta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario