Y tocaba el día de Nochebuena, al
igual que el año pasado, la carrera de
Gijón celebrada en el parque de Los Pericones. Llegamos allí pronto, cogimos
sitio y me fui a dar una vuelta al circuito.
Apenas había cambiado, por culpa
del rocío estaba húmedo y resbaladizo, se iba en muchos sitios. Seguía siendo
un circuito bastante duro, muy rompe piernas, y que costaba avanzar. Además
tiene un tramo de escaleras mortalmente largo que te deja hecho polvo antes de
encarar la subida de meta.
Fuimos a calentar pronto, ya que la
carpa estaba lejos de la salida y teníamos
que ir con tiempo. Después de prepararlo todo, nos dirigimos a la zona donde
iba a dar comienzo la carrera.
Salí mal, aunque adelante un poco
en la primera curva lo perdí en la siguiente. Se hicieron grupos rápidamente.
Me puse a rueda del mío, porque no estaba dispuesto a que se me fueran ninguno.
Estuve más de media vuelta a rueda
de ese grupo, hasta que no iba más. Me quedé. Me cogieron las féminas elite, y
me pusieron ritmo y fui con ellas otro rato.
Luego no iba bien. Me quedé atrás y
no podía ir mejor. Y no solo de piernas, si no que técnicamente tampoco iba
bien. Me sentía muy torpe.
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