Constancia

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martes, 4 de febrero de 2014

Lavar la bicicleta

Una de las maniobras de mantenimiento más elementales de la bicicleta es el lavado completo algo que, aparentemente es sencillo, pero que requiere de unos cuidados mínimos para realizarlo correctamente.



Antes de ponernos manos a la obra vamos a tener en cuenta algunos detalles esenciales, ya que cada parte de la bicicleta precisa de un tratamiento especial: -El cuadro se limpia con un cepillo suave de pelo largo, una esponja y algún detergente poco agresivo (lavavajillas, champú…) para evitar que el esmalte de la pintura pierda brillo. -La transmisión requiere de algún producto disolvente de la grasa ya que no suele ser suficiente con un simple detergente: el gasoil tiene la ventaja de tener una base oleosa, por lo que no seca tanto la cadena como la gasolina o la trementina (aguarrás), resultando más fácil la posterior lubricación. Es importante reducir la limpieza de la cadena a lo estrictamente necesario: con el engrase "de nueva" se pueden rodar muchos kilómetros, pero con los métodos caseros no conseguimos una lubricación tan perfecta. -Los platos y piñones se pueden limpiar con una brocha de pelo duro impregnada en gasoil o con un cordón de algodón que introduciremos en la distancia existente entre las coronas, haciendolo girar posteriormente. -Las llantas y neumáticos se limpian con un estropajo duro y jabón, para eliminar mejor los restos de suciedad procedentes del asfalto y de las zapatas de freno y los preservaremos del contacto con cualquier tipo de disolvente, ya que, como bien supones, se deterioran con facilidad. -Es muy importante no emplear agua a alta presión en el aclarado, para impedir que penetre líquido en el interior de los rodamientos. -Hay que evitar a toda costa manchar los neumáticos con cualquier tipo de disolvente, ya que puede verse afectada la estructura del mismo. Una limpieza a fondo Aunque la sencillez mecánica de una bicicleta es una de sus características más importantes, hay que prestarle unos cuidados mínimos para mantenerla en perfecto estado de funcionamiento; con un mínimo de conocimientos, cualquiera puede dispensar las atenciones básicas para que su montura siempre esté dispuesta. -Con un jabon neutro (puede utilizarse champú de baño) limpiar a fondo la bicicleta. Con agua muy caliente se eliminan mejor los restos de grasa y suciedad. -Limpieza extra en los puentes de freno, debido a que los depósitos de de material residual de frenado forman una capa muy difícil de eliminar. Con la ayuda de una brocha podemos llegar hasta el rincón más difícil. -Grasa acumulada, en el interior de los platos y el la cazoleta derecha del eje pedalier. Si es persistente habría que rociar la zona previamente con un producto desengrasante (gasolina, disolvente, spray específico…) y dejarlo actuar unos minutos antes de pasar la brocha. -El portacala del pedal es uno de los rincones donde más suciedad se acumula; ahora es el momento de limpiarlo a fondo con la ayuda de la brocha. -En el cambio trasero se acumulan depósitos sólidos de suciedad y sólo se pueden eliminar con un cepillo de pelo duro. Lo mismo en las roldanas como en el paralelogramo los eliminaremos con un simple cepillo dental impregnado en cualquier disolvente. -No hace falta desmontar el casete. Para limpiar las coronas se puede utilizar un cordón de algodón impregnado en gasolina. -Para que las ruedas recobren su “mordiente” original hay que eliminar (con un cepillo de pelo duro) cualquier resto de suciedad. Durante esta limpieza podremos también descubrir los desperfectos y cortes producidos en la temporada. Un lavado intensivo con agua caliente y jabón nos ayudan a rematar la faena. -Con estropajo metálico puliremos los flancos de las llantas para eliminar todos los restos de zapata y de suciedad acumulada. Hay que realizar esta operación con cuidado para no eliminar la capa de anodizado en exceso. Si las llantas fueran de carbono sólo habría que utilizar detergente desengrasante y un estropajo de fibra sintética suave (de los utilizados en las placas vitrocerámicas valdrían). -Las zapatas se cristalizan, hay que lijarlas para evitar que arañen la llanta y que recuperen su capacidad de frenada original. -Antes de engrasar la cadena hay que aplicar un limpiador para eliminar la grasa envejecida. Si no disponemos del producto específico, podemos utilizar un poco de gasoil y una brocha; después hay que secar bien la cadena con un paño de algodón absorbente. -Con aceite específico para cadenas volveremos a engrasarla. El engrase correcto se consigue a posteriori limpiando con un trapo el exceso de aceite. -Después de un lavado el toque final se consigue engrasando todos los mecanismos de la bicicleta con aceite especial. -Atención especial merecen los ejes de cualquier mecanismo de rotación o pivote (puentes de freno, desviadores…). También en estos mecanismos hay que utilizar una gota de aceite para garantizar un funcionamiento suave. -Si has llevado a cabo una limpieza a fondo para guardar la bicicleta durante el invierno debes tener ciertas precauciones: desinflar las ruedas, soltar los aproximadores de los frenos (Shimano y SRAM en los puentes y Campagnolo en la maneta) y, lo más importante, seleccionar el plato y el piñón más pequeño para eliminar la tensión de todos los resortes del cambio.

Fuente: Revista Ciclismo a Fondo

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