Mi padre me dijo una vez que
me iba a llevar a la Cueva de la Baja; y por fin llegó el día.
Salimos hacia Colindres de
Arriba por el depósito del agua, y subimos por la cabaña del Sobano hasta
llegar a la Tejera , cogimos el camino para Seña. Antes de llegar cogimos un
atajo que llaman el Bosque y fuimos hasta los Chalets de Seña.
De ahí subimos
hasta el “Picu l`Hacha”, donde nos hicimos unas fotos y contemplamos las vistas
que había de Laredo, que como hacia buen día se veía muy bien.
Bajamos por el mismo camino
hasta un cruce y en vez de tirar hacia Seña tiramos hacia la Cueva de la Baja.
Nos metimos por un camino por el que los rayos del sol no pasaban entre las
ramas de los arboles, el suelo estaba todo lleno de hojas secas y los troncos
de los arboles estaban cubiertos de musgo.
Había un riachuelo que entraba a la
cueva en una cascada. Resbalaba un poco porque unos días antes había llovido mucho
y lo había metido todo dentro, no nos pudimos meter a la cueva por ello, aunque
si pudimos hacernos unas fotos en la boca de la cueva.
Volvimos a coger las
bicis y pasamos por un camino que estaba muy cerrado hacia Villante, un barrio
de Laredo, donde “cazamos” garrapatas, o mejor dicho, ellas a nosotros, era un
enduro, cuesta arriba, con piedras escondidas y tuvimos que ir con la bici en
la mano un buen tramo. Cuando llegamos arriba fuimos por una carretera bajando
desde el barrio de Villante hasta La Pesquera y de ahí nos dirigimos para casa
que ya era hora de comer, y al pasar por La Pesquera nos encontramos con mi
madre y mis hermanas que también habían salido a andar en bici y ya nos fuimos
todos juntos para casa.
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