Después de la Vuelta a Galicia,
tocaba descansar un poco de la bici de carretera y pasarse un poco a la de
ruedas gordas. Y como no, a una de mis carreras favoritas, el Superprestigio de
Arnedo.
Para evitar levantarnos a las 4 o 5
de la mañana (para poder llegar a tiempo, ver el circuito, poder calentar… etc),
fui el día antes con el equipo de Bicicletas Meta. Llegamos antes de comer,
para dar un par de vueltas al circuito. No había cambiado mucho respecto al año
pasado.
El circuito, era técnico. Es uno de
los más duros, más técnicos y sobre todo más bonitos de España. Más o menos se
divide en tres partes: La parte urbana, que es donde está la salida y la meta,
se caracteriza por las rampas que hay, tanto de subida como de bajada. Otra
parte es la de la ladera de la montaña, para mí la más dura de todas, una zona
técnica, con tanto de subidas duras y largas, bajadas complicadas, sin darte
respiro. Y por último, la zona del circuito de motocross, un sitio donde
parecía que podías recuperar, pero no, el terreno agarraba mucho y había que ir
a cañón si no querías perder con los de delante.
Luego nos fuimos al hotel y allí
pasamos la tarde hasta que nos fuimos a dormir. Por la mañana, madrugamos y
después de desayunar, nos marchamos al circuito.
Allí después de calentar y
prepararlo todo, me fui a la salida, con tiempo de sobra, porque sabía que
había que coger sitio, ya que la salida de esta carrera es complicada y si
sales atrás, te quedas atrás. Sin ninguna posibilidad de pasar hasta que ya
llevas medio circuito.
Así nos colamos como pudimos para
acabar bien colocado en la parrilla. Salí fuerte en cuanto sonó el pitido.
Llegué al box más o menos en top30, habiendo pasado el estrechamiento de la
salida sin mayor problema.
Pero el problema venia ahora. Como
me pasó en la anterior de Btt (Erandio), lo que llevaba
mal (por falta de km en la bici de montaña) era la técnica. Y aunque las
subidas y donde había que tirar de piernas lo llevaba bien, donde lo pasaba mal
era en la bajada. Ahí perdía posiciones y tiempo, mucho tiempo. La primera
vuelta la di sin mucha novedad, apretando en los sitios donde podía apretar e
intentando no irme al suelo en los otros. Pero es un circuito donde no puedes
descansar, donde te vas quemando poco a poco, que cada esfuerzo de más le acabas
pagando. Y aunque yo soy de acabar mejor de lo que empiezo, cada vez iba más
rápido, más fuerte pero más torpe, con menos reflejos. Y se mascaba la
tragedia. Me fui al suelo, perdí el control de la bici en la zona más técnica.
Llegué a meta a falta de una
vuelta, porque el primer corredor junior, Carlos Canal, me dobló, mientras iba
codo con codo con los elites.
En conclusión de la carrera, es que
lo perdí todo en las zonas técnicas porque iba lento y con miedo.
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