Constancia

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martes, 10 de enero de 2012

«Esta victoria me obliga a seguir otro año»

Entre tío y sobrino suman once metales en los campeonatos de España, tras la exhibición en Gandía del pasado domingo.

Isaac y Kevin Suárez disfrutan de su entorchado nacional a su vuelta a Los Corrales de Buelna.



Isaac tiene 32 años y nueve medallas en los campeonatos de España de ciclocross: tres de plata, tres de bronce y dos de oro. Kevin ha cumplido 17 y presume ya de dos metales, uno de bronce y otro de oro. Los dos se apellidan Suárez y son tío y sobrino. Viven separados por 500 metros en el municipio de Los Corrales de Buelna y los ambos tocaron el cielo el domingo en Gandía tras ganar el nacional en sus respectivas categorías. «Lo mío -dice Isaac- sorprendió, lo de Kevin, no tanto», indica el flamante campeón élite. Su triunfo llega después de acariciarlo durante seis años. Averías y caídas. De todo le ha pasado. «Todo le había apartado del oro», añade 'Chiqui', la madre de Isaac, mientras ayuda a su hijo a acicalar el garaje dónde no hay sitio para una bicicleta más. Ruedas con tacos, llantas de perfil, cuadros ligeros y otros no tanto. Retazos de una vida pegada al pedal. Sin embargo, este año, cuando menos se lo esperaba, llegó. «Esta temporada tenía la cabeza en otro sitio. He estado preparando a Kevin y, además, el circuito no parecía el más apropiado, pero...», asegura Isaac mientras muestra orgulloso la medalla conseguida. No hay nostalgia peor, debió pensar, que añorar lo que nunca sucedió, cuando en abril decidió que si no ganaba el campeonato de España, esta temporada sería la última. «Siempre hay un antes y un después y así lo decidí. Ahora, después de ganar tendré que seguir otro año más».

«No ha hecho más que sonarme el teléfono», indica Kevin al tiempo que trata de supera la timidez propia de su edad. Esa timidez que pasa a mejor vida cuando se sube en la bicicleta y se mancha de barro. «Ha sido espectacular», añade Isaac con los ojos llorosos y la manguera en la mano, pero esta vez es el padre de uno y nieto del otro el que habla. El 'dueño' del hogar donde el veneno del ciclocross fue creciendo en todos. Primero, Antonio. Más tarde, Isaac y ahora, Kevin. «El día que falte el ciclismo en esta casa no sé que va a pasar», asegura.

«No me lo podía creer»

«Yo le veía en el circuito y pensaba, ¿por qué no está concentrado en lo suyo?», indica Kevin cuando trata de traer al presente los recuerdos de la última vuelta del campeonato. Allí estaba Isaac. A la espera de correr más tarde su prueba, pero siguiendo de cerca las evoluciones de su pupilo. «Estaba tranquilo, porque sabía que la estrategia y la táctica en ese recorrido era muy importante y lo tenía claro». Y así fue. A las dos horas de levantar los brazos Kevin, los levantaba su tío. «No me lo podía creer. Me han pasado tantas cosas en los últimos años que todo podía pasar. Era una carrera en la que no podías fallar con la táctica. Dos o tres segundos de dudas te mandaban para casa». Y no falló. A la salida de la zona de las escaleras, Isaac le robó al destino lo que esté le había arrebatado durante tanto tiempo.

«Yo me alegro por mi tío más que por mí», indica de manera sincera el pequeño de los campeones. Posiblemente, él mejor que nadie sabe por dónde ha tenido que pasar Isaac para conseguir lo del domingo. «Lo de Kevin era un poco más previsible. Este año ha ganado todo lo que ha corrido a excepción de una carrera». Apunta el mayor de los Suárez.
El objetivo está ya conseguido. El título nacional colma noches de insomnio y días de sacrificio en una disciplina que no está justamente reconocida. «Es duro, está claro. Vivimos de los patrocinadores y ahora la cosa está mal. BH y Bio-Racer sufragan parte de los gastos. Antes el Gobierno me ayudaba, pero ahora el recorte presupuestario nos hace pasarlo mal. El año que viene, al lucir el maillot de campeón, el caché sube y en el extranjero todo va por contratos, así que intentaremos sobrevivir», asegura Isaac.
A Kevin aún no le preocupa esta faceta. «Yo quiero disfrutar y pasarlo bien». En su caso, no podrá lucir su maillot de campeón de España al estrenar categoría (Sub 23), pero tiene un plan. «Habrá que ganarlo otra vez», indica con picardía.
Mañana, como todos los días, descenderán por la carretera que tiene sus nombres escritos con pintura por sus vecinos y volverán a entrenar. No hay más secretos. El manual que un día aprendió Isaac ya tiene heredero. Los Suárez siempre serán de oro.

Fuente: El Diario Montañes

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