Para acabar con la racha de días sin carrera
(después de casi dos semanas) nos esperaba la carrera de Puente Arce. Es una
carrera de la que tengo buenos recuerdos del año pasado. El circuito me gustaba
bastante y me lo pasé muy bien. Era un recorrido duro… hasta el día de la
carrera.
Llegamos al lugar de la salida, y nos
enteramos que habían cambiado el circuito, que pasaba a ser cuatro vueltas por
la parte de abajo del circuito del año pasado y acababa en la mítica ermita de
Santa Ana.
Allí nos preparamos, firmamos y a calentar,
la rutina antes de cada carrera. Y después de las instrucciones fuimos a la
salida. Era neutralizada hasta que entrabamos en el circuito. Y desde el
principio, me puse cerca de la cabeza del pelotón. Era el mejor sitio, porque
podías tener controlada toda la carrera. Yo dividía el circuito en tres partes,
la primera era una carretera ancha, podías relajarte que los ataques y todo lo
demás lo aguantabas bien, la siguiente empezaba al pasar por debajo de un
puente estrecho, y era una carretera estrecha y sinuosa, donde había que estar
muy atento y la tercera era a partir del único repecho que había en el
recorrido, donde pegaban un palo en todas las vueltas y rompían el grupo ya
acababa en la carretera ancha otra vez.
Así que me dedicaba a ir atento, saltar a
ataques y no quedarme atrás. En todas las vueltas que atacaron en el repecho me
fui con los gallos de la carrera. Aguantaba la rueda para no quedarme atrás y
comer viento. Tuve un par de enganchones en los que casi me voy al suelo pero
se resolvió rápidamente. En muchos sitios íbamos rodando tranquilamente a 50
km/h. Pasaron las vueltas sin incidentes. No me había quedado ni una vez y me
encontraba bien. Sabía que la llegada no me venía nada bien, así que intenté
llegar lo más adelantado posible a la subida porque sabía que tenía empezar
suave porque si no se me iba a hacer eterno. Así que según empezó la rampa de
hormigón quité el plato y empecé a subir a mi ritmo. Me pasó mucha gente y
entonces llegué a la curvona donde empezaba la subida de verdad, la más dura.
Me agarré bien del manillar, bajé piñones y empecé a pegar cabezazos.
Aceleré
bastante y pasé a muchos de los que antes me habían atacado. Y entré en meta
retorciéndome sobre la bici en la 33ª posición detrás de mis compañeros Alberto
y Julio.
Muy, muy contento por cómo me habían
respondido las piernas, muy motivado para la Vuelta al Besaya.
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