Desde que empecé a correr ciclo cross,
siempre he soñado con correr en cadetes. El cx es mi deporte favorito, e ir a
las carreras a verlo me encanta, por el
ambiente, la dureza y lo divertido que es. Y por fin este año, me tocó ya. Debutaba en CX como Big Mat Sallende, con mis
compañeros de Colindres.
Empezamos la temporada en Medina y
Villarcayo. Son dos carreras que me encantan, sobre todo Medina, ya que es más
divertido por los sitios técnicos.
Llegamos pronto. Fuimos a dar una vuelta “a
pata” para ver el circuito. Después vimos correr a las escuelas y nos fuimos a
comer a un restaurante a las doce. Comimos bien y entre risas. Preparamos las
bicis y en el parón que hicieron en la carrera para comer, entrenamos un poco
el circuito con las bicis. Después hicimos rodillo y a la salida a las tres de
la tarde. Estábamos muy, pero que muy nerviosos. Veíamos a los demás corredores
que nos sacaban como tres o cuatro cabezas y nos asustamos. En la salida éramos
bastantes, no como en escuelas, que como dice un amigo mío éramos “cuatro
pelagatos”. Salieron las chicas. Nosotros salíamos 3 minutos más tarde.
Y el árbitro
empezaba:
-Quedan 2 minutos, corredores- Y nosotros nos poníamos más nerviosos.
-Queda 1 minuto, corredores- Y nosotros agarrábamos fuerte el manillar.
-Quedan 30 segundos, corredores- Y yo ya temblaba.
Y entonces el árbitro se apartó, se puso el
silbato en la boca y los de primera fila (yo estaba en tercera) dieron un
pedal, se dieron cuenta que no había pitado y pararon, y justo pitó.
Me colé entre algunos corredores que seguían parados cuando pitó, pero me
coloqué mal para la curva y me cerraron todos. No quería venirme arriba y
gastar demasiada energía. Así que cogí mi ritmo y para delante. Había mucha
gente. Te venían por todos los lados. Si te cerrabas a un lado, había alguien.
Si te cerrabas a otro, había también.
Pasé los tablones lo más rápido que pude y adelanté a Oier Mazón, mi
antiguo compañero de equipo en Ramales, que se había caído. Andrés era el que más adelantado estaba del
equipo y le veía al fondo.
Vi al “cámara” de Senderos Rojos, Isaac, y le saludé,
jeje. Iba con Oier y cogimos a un asturiano. Era un corredor con el que empecé
y seguimos corriendo juntos. Oier le
pasó. El otro se le quedó mirando. Y le estaba pasando yo, y en cuanto me vio,
se cerró. Me cabreé. Esperé un poco, y lo volví a intentar. Y el volvió a hacer
lo mismo. Llegamos juntos a las escaleras, y subiéndolas me puso a la par suya.
El intentó poner su bici para que no le pasara yo, y perdió el equilibrio y se
cayó. Estuve tentando a gritarle karma pero seguí para delante. Empecé a
encontrarme mejor, a recortar metros con los de delante y a mejorar los tiempos
por vuelta. Iba cogiendo a gente. Y también me iban cogiendo a mí. Iba súper
contento, pasándolo en grande.
A veces me costaba respirar a causa del polvo,
que me fastidiaba en la boca y en la
garganta. Me caí en una curva por entrar demasiado fuerte. En las escaleras,
una de las veces, entré a “cañón”, me
bajé, la bici se embaló y rebotó. Me
enganché como pude a la cuerda que había. Y no voy a mentir, me vi en el rio en
ese momento. Cogí a Andrés, fuimos juntos un rato y después se quedó. En la última
vuelta iba fuerte, sabía que había que darlo todo ya. Mi padre iba corriendo
detrás de mí. Yo flipaba porque yo pensaba que yo iba rápido, pero es que él
corriendo animándome me adelantaba. Iba casi tan nervioso como yo.
Tenía a uno
delante de mí, y quería cogerle (imagínate como, que subía las escaleras de
tres en tres…). Entré en meta
contentísimo, porque había acabado genial y lo había pasado como un enano. Al
final entré el 29. #BigMatTeam
Fotos de las carreras:
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