Después de la
carrera de Astillero, tocaba una carrera a la cual tenía muchas ganas. Limpias.
¿Y porque? Porque vivo a unos 5 km, y es toda mi zona de entrenamiento.
Iba a ser una
carrera dura, muy rompedora. El circuito era de unos pocos kilómetros, muy
corto, pero con dos subidas, una de
ellas premio de montaña y era como una pared. Estaba súper animado ya que
conocía el circuito y quería dar lo mejor de mí en la carrera que consideraba
como la de casa.
Era un día
caluroso, muy caluroso. Había que beber mucho antes de carrera y durante.
Llegamos allí y después de montar en la carpa nos quedamos a la sombra.
Firmamos en el
camión y nos hicimos una foto, fuimos a calentar y luego a la salida. Nada más
salir estaba la subida del Cristo, que era el premio de la montaña. Subimos
neutralizados, y hasta la salida de Limpias no nos dieron rienda suelta. Me
coloqué rápidamente en la cabeza del grupo y resguardado del viento, hubo un
par de ataques y los neutralizamos rápidamente. Me encontraba bastante bien e
iba motivado. Tenía que ser mi día. Y pasamos Ampuero y la subida que daba para
pasar a Limpias me destrozó. Todo empezó a ir mal. No iba.
Conseguí llegar al
grupo antes de la otra subida pero aquello fue como el matadero. Me quedé con
Alex y era incapaz de seguirle el ritmo. Me quedé yo solo hasta que enganchamos
tres corredores juntos, con los que seguí toda la carrera. Íbamos a relevos
todo el rato, dando el 100% para intentar enganchar pero no me encontraba. Y
nos quitaron de carrera poco después al no poder enganchar y el grupo de
escapados nos metía mucha distancia.
Al final
decepcionado porque tenía mucha ilusión en esta carrera.
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