Con agua, frío y una leve amenaza de nieve llegamos a Igorre, otro año más
no defraudó su bonito trazado, técnico, divertido y duro, sobre todo duro,
zonas en las que se agarraban las ruedas como clavadas al suelo, otras donde el
barro engullía la bici como si quisiera robársela a sus dueños, en muchos caras
de agonía, de sufrimiento, pensamientos de tortura, pero a la vez sacando pecho
al acabar ¿son masocas? Pensamos los que
estamos a la otra parte de las cintas, los que mejor suerte corrieron fueron
los élites, en su carrera comenzó a llover lo que hacía disolverse el barro
pegajoso que sufrieron las demás categorías, ellos no tuvieron que entrar
tantas veces a boxes, sus maquinas aguantaban más, en las carreras anteriores
los mecánicos trabajaban a destajo, corriendo de un sitio para otro para
tenerlo todo a punto, con los pros se relajaron un poco y pudieron disfrutar
del espectáculo que nos brindaron todos los participantes.
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